Si te animo a que reflexiones sobre la última vez que un amigo o tú mismo comenzó a quejarse sobre un tema, seguramente te vengan numerosas situaciones a la cabeza.
Nos quejamos sobre si hace muy mal tiempo y no para de llover, nos quejamos también cuando hace mucho calor, nos quejamos sobre las dificultades que tiene sostener una relación de pareja, sobre no tener una relación de pareja, sobre la carga de trabajo, sobre no tenerlo, por poner algunos ejemplos cotidianos fáciles de observar en nuestro día a día.
Expresar nuestra opinión y nuestro estado de ánimo es importante, pero… ¿En qué momento puede pasar de ser algo útil a algo perjudicial para nuestra salud mental? ¿Cómo impacta esto en nuestra calidad y esperanza de vida? Si tienes curiosidad por conocerlo, en Alysa Psicología hemos escrito este artículo para que puedas obtener más información que sacie tu curiosidad y te permita ampliar tu perspectiva.
¿Qué es la queja?
En primer lugar, es fundamental describir qué conocemos por quejarnos. La queja es un discurso que puede darse tanto a nivel interno (aquellos mensajes que nos repetiríamos a nosotros mismos), como externo (la información que compartimos con nuestro entorno) y que transmitimos con la intención de expresar el descontento o insatisfacción que nos ha generado una situación, una acción o una persona en concreto. Es decir, es nuestra forma de expresar que algo no está bien para nosotros y no está cumpliendo con nuestras expectativas.
Encontramos diferentes estilos a la hora de quejarnos:
La queja adaptativa nos ayuda a identificar lo que nos molesta y a buscar formas de solucionarlo o manejarlo. Es una herramienta para expresar emociones, conectar con otros, defender lo que creemos justo, desahogarnos y aliviar nuestro malestar interno.
Sin embargo, no todas las quejas son positivas. Algunas pueden ser perjudiciales, dependiendo de cómo las expresemos.
Existen quejas repetitivas que solo se centran en la frustración sin buscar soluciones. A esto se le llama queja disfuncional o desadaptativa. Este artículo se enfoca en este tipo de quejas.
El psicólogo Arun Mansukhani clasifica a quienes «se quejan sin motivo» en dos grupos principales:
- Los que se quejan de todo: Se enfocan solo en lo negativo de cualquier situación y tienen dificultad para notar los aspectos neutrales o positivos.
- Los que siempre se quejan de lo mismo: Usan la queja como una defensa para evitar actuar. Les sirve para desahogarse un poco, pero también para quedarse atrapados en situaciones que les resultan pesadas.
En ambos casos, buscar ayuda profesional puede ser clave para aprender a quejarse de manera más saludable y beneficiosa.
Consecuencias negativas
Quejarse de manera repetitiva puede afectar nuestra salud y bienestar, aumentando el estrés y creando una visión negativa de nosotros mismos y nuestro entorno.
Este hábito nos hace pasivos, ya que en lugar de buscar soluciones, nos quedamos atrapados en el malestar. Además, puede dañar nuestras relaciones personales, ya que las quejas constantes pueden ser difíciles de manejar para los demás.
Es importante buscar apoyo profesional para aprender a manejar las quejas de forma saludable y expresar nuestras emociones sin afectar a quienes nos rodean. También debemos compartir nuestras preocupaciones con seres queridos, respetando límites y fomentando un ambiente de cuidado mutuo.
Claves para gestionar mejor las quejas
- Identifica aquellos aspectos sobre los que sueles realizar quejas, tales como las tareas de casa, tu estado de salud, personas de tu entorno, tú trabajo, tu estilo de vida, etc.
- Reflexiona de qué manera expresas ese malestar ante los demás. Qué tono usas, en qué momentos, con quién, con qué frecuencia sacamos el tema, etc.
- ¿Para qué lo haces? Es hora de reflexionar acerca de la funcionalidad. Si tu objetivo es compartir, desahogar el malestar y posteriormente elaborar un plan de acción individual, perfecto. Si detectamos que son focalizadas y actúan como un bloqueo para la acción, es momento de pedir ayuda profesional y trabajar sobre ello!
- ¿Qué emociones te generan? Expresa y comparte, pero desde una perspectiva de abrirnos emocionalmente, vincular y aprender de las perspectivas ajenas, evitando caer en la queja rumiativa.
- Toma acción. Entrena tus habilidades de resolución de problemas y planea cambios en tu estilo de vida.
- Aprende o mejora la forma de hablar. Entrena habilidades sociales y de comunicación para expresar de forma adecuada los aspectos negativos de tu vida, sin que se conviertan en una queja continua.
- Dedica un tiempo específico a comentar lo que no te gusta, pero da espacio igualmente a comunicar otros aspectos diferentes de tu vida evitando caer en la focalización.
- Practica todos los días la gratitud cuando finalice el día. Esto te ayudará a entrar en contacto con la sensación de bienestar lejos del sesgo negativo con el que solemos estar familiarizados.
Beneficios
Dejar de quejarnos de forma desadaptativa y empezar a comunicarnos de otra manera, nos aporta numerosas ventajas:
- Fomentamos un mejor estado de ánimo y de salud física.
- Estamos activos, dispuestos a tomar acción en las dificultades habituales en nuestra vida.
- Mejora la calidad de nuestras relaciones interpersonales.
- Favorece que aceptemos y entendamos lo que tenemos que cambiar, ya que en vez de quejarnos únicamente, podemos buscar reflexionar y buscar soluciones.
- Fomenta que nos responsabilicemos de las cosas que decimos y hacemos, en vez de poner el foco de control en aspectos externos, como el ambiente o el comportamiento de los demás.
Expresa, desahógate, protesta contra lo injusto, pide ayuda…, pero evita entrar en la práctica desadaptativa de las quejas. Ahora, ¡Ya sabes cómo comenzar!